Pasar al contenido principal

La escuela como espacio seguro

La necesidad de una perspectiva antirracista en nuestros centros educativos

La escuela como espacio seguro: La necesidad de una perspectiva antirracista en nuestros centros educativos

Carlota Momobela es pedagoga y orientadora, así como Técnica Social en la  Asociación Karibu "Amigos del pueblo africano". Ella participó en la jornada “El Papel de la escuela en la acogida de población migrante”, que se celebró en Pamplona el pasado mes de mayo, dentro del marco de la propuesta Más allá de las Fronteras-Mugetatik Haratago. La jornada, concebida como un espacio para compartir y reflexionar entre agentes diversos del mundo de la educación, resultó ser un espacio que nos ha permitido escuchar voces y experiencias diversas para hacer de nuestros centros educativos lugares de acogida en los que no hay espacio para el racismo.

Tuvimos la oportunidad de charlar con Carlota y os reproducimos  algunas de las reflexiones e ideas que nos compartió desde su experiencia personal y profesional.

¿Son nuestros centros educativos espacios seguros para la oblación migrante y racializada?
No lo son porque existe una concepción errónea sobre lo que es el racismo. Cuando un problema no se ve, no se identifica y no se trabaja en él, simplemente pasa desapercibido. El hecho de que se niegue la existencia de racismo en los centros educativos, lo que hace es perpetuar esa idea de menosprecio a las narrativas de otras personas, el no reconocer que hay estereotipos que marcan tanto alumnado como a sus familias.  Por esa razón es necesario tener un conocimiento de lo que es el racismo, de dónde viene y cuáles son sus orígenes.
Independientemente de que biológicamente haya una única,  la raza es además es un constructo social. Por esa razón es tan importante tener en cuenta la perspectiva racial.  Existen casuísticas diversas, no es lo mismo una niña que acaba de llegar de Senegal, que una niña hija de migrantes que llevan mucho tiempo viviendo aquí. No es lo mismo crecer en una familia de nivel socioeconómico medio-alto, que una de nivel socioeconómico bajo, cuyos progenitores trabajan todo el día, o que no pueden proveer a sus hijas e hijos con recursos de apoyo educativo, o simplemente que los niños y las niñas tienen que ocuparse de las tareas del hogar y la familia.

¿Cómo abordamos el antirracismo en nuestras escuelas? 
Lo que debemos hacer en primer lugar es desterrar narrativas coloniales en las que refuerzan estereotipos negativos sobre personas migrantes y racializadas. Las migraciones han existido siempre y debemos reconocer que la diversidad es un aporte significativo y  muy positivo. 

Pero sobre todo no podemos reducir a un grupo de personas la negatividad de algunas acciones y no extrapolar al alumnado de Infantil, primaria y secundaria, actitudes adultas. A eso yo suelo llamarlo la adultificación de las infancias, lo que significa que a partir de estereotipos que tenemos implantadas, extrapolamos conductas adultas de grupos migrantes, a grupos migrantes infantiles o adolescentes. Si queremos que se dé un cambio social tenemos que escuchar y apoyar.

¿Por qué debemos incorporar la perspectiva migrante y antirracista en los procesos educativos?
Uno de los errores más graves que se comete es que al hablar de antirracismo todo el mundo se siente legitimado para opinar. Es como ocurre en cuestiones de violencia de género. De la misma manera que un hombre no debería abanderar el discurso sobre cómo se siente una mujer que ha sido víctima de maltrato, al hablar sobre migraciones y racismo no debería, ni puede ser una persona blanca la que encabece esos temas. Tiene que ser una persona migrante porque tiene voz, porque tiene la experiencia y sobre todo porque puede hacer aportes desde diferentes puntos de vista que no se conciben desde la blanquitud y el privilegio blanco.